Según la FAO, América Latina y el Caribe son las regiones más ricas del mundo en términos de recursos naturales. Con sólo el 8 % de la población mundial, tiene el 23 % de las tierras potencialmente cultivables del mundo, 12% de las cultivadas y 46 % de los bosques tropicales. Sin embargo, actualmente sus suelos enfrentan tres graves amenazas: erosión, pérdida de carbono orgánico y salinización.
Preocupante panorama
Estimaciones sobre la salinización, realizadas en 2011 por Wicke B, y otros expertos, señalan que en el mundo había, en ese entonces, 1.128 millones de hectáreas afectados por esta condición, de las cuales 87 millones estarían en territorio sudamericano. Es posible que esta cifra haya aumentado, lo cual compromete seriamente la capacidad productiva del sector agrícola y, por ende, la seguridad alimentaria de la región.
Pero ¿qué es específicamente la salinización?
En líneas generales, es el deterioro de los suelos a causa de un incremento en el nivel de sales solubles, que llega a ser tan alto que las plantas no lo pueden soportar. Se presenta por varias de las siguientes razones:
La FAO divide los suelos afectados por sales en función de la alcalinidad del suelo, su concentración de sodio y las cantidades y tipos de sal que contiene.
Conocer el tipo de salinización y las causas del fenómeno, es indispensable para la recuperación de suelos afectados por salinidad y, por ende, de su capacidad productiva.
Cómo una alta concentración de salinidad afecta la explotación productiva del suelo
La mayoría de los cultivos que crecen en estas condiciones de alta salinidad sufren, a causa de la degradación del terreno, uno o varios de los siguientes padecimientos:
Todas estas afecciones derivan en incapacidad de las plantas para crecer y producir correctamente.
Durante el seminario “El cuidado del planeta comienza por el suelo”, realizado el 5 de diciembre de 2017 en la Universidad de San Sebastián, la Oficial regional de América Latina y el Caribe de la FAO, Sally Bunning, señaló que: “los suelos son la base para la producción de alimentos y muchos servicios ecosistémicos, como almacenamiento y regulación de agua y nutrientes para la fertilidad de tierras agrícolas. Por eso es urgente avanzar de manera coordinada en la gestión responsable de este recurso para aumentar la producción en relación con la demanda, erradicar el hambre y combatir el cambio climático”.
Una de las formas de contribuir al logro de este objetivo tiene que ver con la recuperación de suelos afectados por salinidad. Al respecto, un corrector salino es una de las soluciones más eficaces, siempre que se identifique la causa del problema para adelantar acciones que mitiguen su impacto.